Basta con percatarse del regocijo general que la decisión ha producido en la SER (si algo pasa, ahí están ellos, para manipular a su antojo), en la COPE (la verdad -por lo visto- les hará libre), en Canal Sur (la nuestra, autoproclaman sin ruborizarse), en Muchodeporte (más conocido por "muchodepotra" en sus pocos aciertos o por "nadadepotra" a tenor de sus ya históricas predicciones) y en algunos otros medios menores, para comprobar el absoluto desacierto de la decisión tomada.

La relación profesional -la del sentimiento sevillista nació con él- del Sevilla Fútbol Club Radio con Alvarado se resume en vidas paralelas desde el inicio de la aventura radiofónica. Jesús impulsó de modo definitivo los que otros intentamos sin éxito tres lustros antes. Suyo es el mérito, suyo el éxito, al igual de los que confiaron en la propuesta.

Pero nada de ello hubiera sido suficiente sin su cotidiano trabajo, sobretodo a base de retransmisiones históricas y programas ("Sevillistas por el mundo" o "Quédate a mi lado") que marcarán un hito en la radio oficial del club. Quedará en nuestra memoria para siempre -y por encima de decenas de tardes de gloria, de comunión perfecta de sentimiento blanco y rojo, de triunfos sevillistas contados por su característico timbre de voz- aquél inolvidable: "¡Ahí está, ahí está Puertaaaaaa, gol, gol, gol, gooooooooooooooooooooooollll, Puerta, gol; Puerta, gol; Puerta, gol...!" que nos abrió las puertas de la Gloria, o ese tremendo sopapo -puede escucharse nítidamente en el audio- que recibe el micrófono coincidiendo con el cabezazo de Luis Fabiano en Eindhoven que servía para cimentar nuestro primer título continental.

El Sevilla ha intentado ser destrozado -no lo han conseguido, de momento- desde trincheras que ahora se prestan gustosas a la cesión de trabajadores en una catarsis tan inexplicable como innecesaria e injusta. La novísima política de comunicación del club sólo puede producir estupefacción no exenta de perplejidad.

Dicen que el champán no sólo lo han descorchado los citados "mantas", que algunos sevillistas se han sentido ofendidos por las particulares apreciaciones del comunicador, que era mayor el daño que sufría la institución que los beneficios obtenidos. Resulta curioso que el denostado -precisamente por ellos- máximo responsable de los medios de comunicación oficiales, se encuentre ahora con el aplauso fácil de los mismos que le vilipendian por la decisión tomada. Pero no nos engañemos: una medida de este calado -que lo tiene por lo que el sujeto representa- no se toma a nivel de Subdirección General.

Los que han adoptado el acuerdo tendrán motivos pero deberán explicarlos y, si no se hace con anterioridad, la Junta General Ordinaria ha de convertirse en el foro adecuado: ¿qué ventajas tiene, qué se pretende, por qué... ? Vuelven a errar los dirigentes si pretenden que con un acercamiento al enemigo, se baje el diapasón de las críticas exacerbadas, algunas de ellas motivo de querella. Sin duda los juzgados seguirán conociendo de las cuitas con estos personajes, tiempo al tiempo.

La gente cuenta la feria según le va, yo la cuento según dicta mi sentimiento sevillista, íntimo, individual e intransferible. Y ese sentimiento "mamado" desde la cuna -justo es reconocerlo una vez más ahora, cuando las hienas celebran el acontecimiento- es un calco del tantas veces magistralmente narrado por Jesús.

Sólo resta desearle a Alvarado lo mejor en sus múltiples ocupaciones, con el sincero deseo de que, más pronto que tarde, cuando a la planta noble del Sánchez Pizjuán regresen las virtudes que nos han hecho todavía más grandes, volvamos a disfrutar con su inconfundible voz de los futuros e inmediatos éxitos de nuestra Sevilla.