|
JULIÁN MUÑOZ DE PRIEGO ALVEAR |
Si ahora dicen los expertos que es bueno para el desarrollo intelectual del feto ponerle música clásica o que le hablen los padres, Julián es Sevillista desde nonato, allá por 1966, ya que su madre embarazada ya iba con su padre, los dos socios, a ver al Sevilla F.C. Desde pequeño uno de sus mejores recuerdos son las tardes de los domingos (cuando se jugaban los partidos los domingos por la tarde) ver el fútbol acompañado de su padre y su hermano pequeño. Cogía tales berrinches hablando de fútbol cuando pequeño, que sus padres tuvieron que pedirle a una vecina que era de un equipo que juega por la Carretera de Cádiz que dejara de discutir con él para picarlo porque le iba a dar un infarto a sus pocos años. Desde entonces sigue siendo fanático del Sevilla temporada a temporada, y esté donde esté el Sevilla, partido que ve… sigue al borde del infarto. Licenciado en Psicología y Master en Gestión de Recursos Humanos, cursa adicionalmente estudios de Ciencias Empresariales. Tiene una dilatada experiencia en varias empresas en el área de Recursos Humanos, actualmente trabaja como Responsable de Área en Organización y Recursos Humanos en una de las más importantes compañías eléctricas del país, siendo sus funciones las de optimización de procesos y dimensionamiento de plantillas.
Es, además, Profesor Universitario en una Universidad privada sevillana, impartiendo clases de Política y Dirección de Empresas para alumnos de último curso de las carreras de Dirección y Administración de Empresas, Marketing y Turismo.
Es autor de varios artículos en revistas especializadas a nivel internacional en Recursos Humanos, habiendo impartido también varias conferencias sobre el tema en diversos foros de prestigio. |
Martes 07/12/10 La Hoguera de las Vanidades (por Julián Muñoz de Priego Alvear)
El título de este post coincide con el de una magnífica novela de Tom Wolfe, llevada al cine con posterioridad por Brian de Palma. Pero tanto la novela como el post se inspiran en hechos acaecidos en la Florencia del Renacimiento, la Florencia de los Médicis. Florencia había llegado a las cimas de las artes y las ciencias en las mejores épocas de la historia de esta república. En el Renacimiento florentino se daban cita nombres como Botticelli, Miguel Angel, Leonardo da Vinci, Dante, Maquiavelo, Bruneleschi… La concentración de genio más grande en la historia del arte occidental, todos ellos juntos en la misma ciudad y casi al mismo tiempo. La ciudad se convirtió por un tiempo en la más importante del mundo conocido y era famosa por sus riquezas venidas de todo el orbe, obras de arte, ricas telas, afeites y perfumes, muebles exquisitos y manjares exóticos se sumaban a la arquitectura de la ciudad para mayor gloria de sus ricos comerciantes. Pero la historia tiene su propia dinámica y Florencia, como todas las ciudades que en algún momento fueron el ombligo del mundo, progresivamente se fue convirtiendo en una ciudad provinciana de la Toscana. Cuando decaían sus años de esplendor, la inestabilidad política de los Médicis dio paso al poder a la figura del monje Savonarola. Savonarola trataba en sus sermones los temas del Apocalipsis y las visiones de la amenaza del fin del mundo. Ejerció una enorme influencia sobre la población con sus ideales de pobreza y desposeimiento y con la prédica de la penitencia por la corrupción moral, la degeneración, el lujo, el derroche y el afán de placeres. Para el monje, la decadencia de Florencia no era más que la consecuencia lógica de sus pecados. Las ardientes prédicas del monje y la decadencia de la ciudad, impresionaron tanto a los florentinos, que cada vez eran más los que acudían al convento de San Marcos a escucharlo. Se expulsó de Florencia a los Médicis, la familia que tanta gloria había dado a la ciudad. En pleno Carnaval, Savonarola mandó a sus seguidores crear una pira para purgar los pecados de Florencia. En dicha hoguera arrojaron obras de arte, libros, cosméticos, instrumentos musicales, telas refinadas, joyas y muebles… todo lo que fuera muestra de la vanidad de los florentinos. " (…) y tú, Florencia, que piensas sólo en ambiciones y empujas a tus ciudadanos a exaltarse, sabe que el único remedio que te queda es la penitencia (…)" sermoneaba el fraile. La historia cuenta que la pirámide de bellos objetos tenía veinte metros de alto, que su base tenía un perímetro de noventa metros. Y todo aquello ardió en llamas, en la que Savonarola llamó la Hoguera de las Vanidades. Nuestro Sevilla F.C. ha pasado por su momento de gloria. No ha sido el primero, ni será el último, pero sí el más prolongado y llamativo. Es fácil acostumbrarse a lo bueno y nos hemos acostumbrado demasiado pronto. Tan pronto que casi no hemos sabido disfrutar de ello, porque como Savonarola y sus seguidores, aún en la cumbre del éxito, siempre ha habido quien nos recordara lo efímero de la gloria. Desde hace años, esto no es de ahora, ha habido agoreros que vaticinaban el fin de un periodo de esplendor. Era fácil hacer vaticinios de que el Sevilla volvería algún día a la mitad de la tabla, a luchar por la Europa League, en vez de por la Champions, a fajarse con los de siempre en vez de tumbar a Madrid y Barcelona. Es la ley del fútbol. No tenemos presupuesto para mantenernos arriba siempre y sólo una afortunada y bien trabajada constelación de situaciones pudo llevarnos a ser durante dos años el Mejor Equipo del Mundo y a llenar nuestras vitrinas de trofeos. Todo parece indicar que por fin los agoreros han visto cumplidos sus vaticinios. No puedo estar de acuerdo, por más que me pese, con los que opinan que podemos esta liga volver a conseguir títulos y un puesto para la Champions. No con este equipo. Ojalá me equivoque. Es humanamente razonable la decepción, porque un lustro ha sido suficiente para acostumbrarnos al triunfo. Pero también sabíamos todos que no podíamos mantenernos tan arriba con nuestros recursos y que este momento llegaría. Este comienzo de temporada con las decepciones en la Supercopa y la Champions, el arranque de liga y la racha de los últimos cuatro partidos está siendo nuestra particular travesía del desierto. Pero como diría el cursi "que las lágrimas no nos impidan ver las estrellas". Apoyemos de nuevo al equipo. Construyamos, construyamos y construyamos. Hagamos oídos sordos a agoreros malintencionados y atesoremos el recuerdo de lo que fuimos y alimentemos la esperanza de lo que volveremos a ser. No quememos en una monumental pira nuestras vanidades, las vanidades por los éxitos que tan denodadamente consiguió nuestro equipo para nosotros en esos campos de España y Europa. Guardemos nuestros recuerdos para nuestros hijos y nietos y pongámonos de nuevo el mono de faena. Seremos de nuevo, tendremos que ser, el equipo de "la casta y el coraje". Tendrán que serlo los que juegan con nuestro escudo en el pecho y si no son capaces de serlo ¡al banquillo! que ya hay otros esperando que sabrán serlo. Y tendremos que serlo la afición, tendremos que asumir nuestra responsabilidad. Si creemos que alguna vez la tuvimos en el triunfo, tendremos que asumirla también en la derrota. Pero unidos, sin fisuras, sin dar pábulo a las lenguas y a las plumas de aquellos que predecían nuestra derrota cuando aún vivíamos los mejores momentos, los "días de vino y rosas", no porque fueran sibilas, profetas, pitonisos ni oráculos, sino porque la deseaban. Querían que no disfrutáramos el sabor de los frutos de la victoria. Querían amargárnosla y ahora se sientan ufanos a ver pasar nuestras desdichas desde sus medios. No le demos el gusto… Savonarola consiguió que expulsaran a los Médicis de Florencia, aquellos gobernantes y mecenas que, con sus méritos y sus errores, consiguieron llevar a Florencia a las más altas cumbres del arte y de la ciencia. No repitamos su error. Savonarola aceleró la decadencia de la ciudad por querer borrar la vanidad de sus habitantes, una vanidad de la que los florentinos eran acreedores. No dejemos de envanecernos de lo conseguido. Florencia es hoy una magnífica ciudad, orgullosa de lo que fue un día y atesora un increíble patrimonio artístico. Pero ¿qué no podrían haber atesorado sus ciudadanos e instituciones sin la sinrazón de la Hoguera de las Vanidades?. Para los que no conozcan el final de la historia: Savonarola fue condenado a muerte y quemado públicamente en la Plaza de la Signoria el 23 de mayo de 1498, apenas un año y tres meses después de su famosa hoguera y en la misma plaza. Sic transit gloria mundi. |
Lunes 22/03/10 Crónica de una muerte anunciada (por Julián Muñoz de Priego Alvear)
En este artículo me gustaría tratar el tema de debate por excelencia en el sevillismo hoy día: la idoneidad o no para el banquillo de Manolo Jiménez. Pero a diferencia de otros artículos que he leído al respecto quisiera orientarlo desde el punto de vista de las ciencias del comportamiento social y la difusión de rumores, pero sin tecnicismos ni erudiciones, ni entrando en grandes profundidades.
Desde casi los inicios de Manolo Jiménez como entrenador del primer equipo del Sevilla se creó un grupo de antijimenistas (si bien es cierto que los papafritas habituales de los medios la tomaron con el entrenador desde un principio, había aficionados de ideas independientes y con indiscutible amor a sus colores que tenían una mala impresión del míster) y otro de jimenistas, además de un tercer grupo de aficionados sin una idea preconcebida. Hay que considerar que la mayor parte de la afición no son entrenadores profesionales ni tienen conocimientos técnicos de entrenamiento en fútbol, no obstante lo cual tienen sus propias ideas al respecto.
Los aficionados de cualquier club desean fundamentalmente dos cosas:
1) Que su equipo gane partidos y sume puntos, de forma que consiga sus objetivos que están en función de cada club: desde la permanencia a conseguir el triplete como ocurrió con el Barcelona la pasada temporada. Esto es lo principal para cualquier aficionado que lleve en el corazón los colores de su equipo.
2) Que su equipo juegue bien, que juegue bonito, que divierta, sin que esto sea óbice para el punto anterior. Esto es lógico, porque además de amante de unos colores, los aficionados son espectadores de un espectáculo y quieren ver buen juego porque han pagado a cambio.
Hasta el primer tercio de esta temporada los jimenistas defendían la idea de que el equipo lograba los objetivos: se había clasificado la temporada anterior para la Champions con pase directo, estaba vivo en las tres competiciones de ésta temporada y hasta los medios de comunicación de Madrid llegaron a considerarlo un tercero en discordia, junto a Madrid y Barcelona, para obtener el título de liga. Consciente o inconscientemente los jimenistas hacían proselitismo de sus ideas en sus conversaciones al respecto.
Por otro lado y al mismo tiempo, los antijimenistas defendían la idea de que si bien hasta el momento se estaban cubriendo los objetivos, el juego del equipo distaba de ser brillante. Hacía un mal fútbol, aburrido, predecible, salvo en muy determinadas ocasiones. Lógicamente pensaban que a la larga esto afectaría a los resultados y no se cumplirían los ambiciosos objetivos planteados por el club. También los antijimenistas intentaban difundir sus ideas en las conversaciones con otros sevillistas.
De esta forma, ambas ideas fueron transmitiéndose por un mecanismo que en rumorología se denomina “transmisión en cascada”. Como hay un tercer grupo que no tiene conocimientos suficientes para tener una idea propia sobre las aptitudes del entrenador (me incluyo en ese grupo) adopta las ideas de personas que son de su confianza y piensan que entienden de fútbol, con lo que a su vez se incluye en uno de los dos grupos y difunde las ideas del mismo a terceros.
Además se produce una “polarización de los grupos”, fenómeno también habitual en estos casos, en los que ante unos mismos hechos cada grupo tiende a interpretarlos según sus juicios previos. La información pasa por el tamiz de las ideas que ya se tienen y la persona tiende a buscar en la nueva información una ratificación de sus ideas. Así ante un mismo hecho, por ejemplo un partido de fútbol, unos considerarán que han ganado por suerte, que han jugado muy mal y que Palop ha salvado los puntos, mientras que los otros reforzarán su idea de que se siguen sumando puntos para cumplir los objetivos y que los cambios realizados por Jiménez fueron la clave para la victoria. Con ello, conforme pasa el tiempo los grupos se vuelven más extremistas en sus ideas.
El asimilar una nueva información, con las creencias ya establecidas, se debe a que las personas intentamos evitar los que se denomina en psicología con el término de “disonancia cognitiva” y que no es ni más ni menos que intentamos que la nueva información no entre en conflicto con nuestras creencias y nos “arme un lío” y no sepamos a qué carta quedarnos. Si la nueva información la vemos con las gafas de las creencias previas y conseguimos encajarlas en las mismas evitamos esa situación. Obviamente esto se da en todos los órdenes de la vida.
Pero he aquí que durante las últimas jornadas, la predicción de los antijimenistas empieza a cumplirse. El equipo no solamente juega mal, sino que además pierde todos los partidos y dan una imagen de impotencia tan desastrosa como contra el CSKA o el Español. Aquí entra en juego el concepto de “profecía que se autocumple”, común a muchas ciencias sociales y que en este caso viene a decir que de tanto criticar al entrenador y al equipo y esperar que sean incapaces de conseguir los objetivos con este entrenador, los propios jugadores y Manolo Jiménez adoptan inconscientemente una actitud perdedora. Lo que ha escuchado tantas veces que se decía contra él, cuando llegan los malos resultados le hace adoptar una actitud que le impide reaccionar ante la adversidad.
Se ha realizado experimentos en los que se ha tomado a dos grupos de alumnos con un consciente intelectual promedio igual, pero al profesor de uno se le ha dicho que son superdotados y al del otro que su inteligencia como promedio es inferior a la media. Pasado el tiempo se ha examinado a los dos grupos con un mismo examen y los resultados obtenidos por el grupo teóricamente superdotado son mucho mejores que los obtenidos por el segundo grupo. Lo único que ha podido afectar los resultados es la actitud del profesor que en función de lo que piensa sobre sus alumnos, sus expectativas, que éstos perciben y a su vez les hace mantener una determinada actitud y hacen que la profecía inicial se cumpla. Pues yo entiendo que lo mismo ocurre con Jiménez. Ya no cree sinceramente que pueda obtener los objetivos previstos, aunque su discurso no sea ese, cada vez es más crítico con su actuación (asume toda la responsabilidad de la eliminación de la Champions) y la de su equipo (contra el Español comenta que aunque hubieran jugado indefinidamente no hubieran sido capaces de marcar un gol).
Por el mecanismo de expansión de las ideas, en este caso antijimenistas, en cascada, la inmensa mayoría que inicialmente no era antijimenista va asumiendo las ideas de éstos ya que ven que se va cumpliendo sus expectativas y hasta algunos que originalmente eran jimenistas, pasan al grupo de opinión contrario ante la evidencia de los hechos incontrovertibles. Ya no hay excusas de bajas, de demasiados partidos en poco tiempo, etc… y por tanto no pueden justificar los malos resultados y el pésimo juego del equipo.
La Profecía que se Autocumple suele funcionar con frecuencia en la vida normal y creo que estamos ante uno de esos casos en que al final se cumplirán las predicciones pesimistas y Jiménez será incapaz de cubrir sus objetivos en liga y en copa. Por lo tanto, creo que ha llegado el momento de prescindir de Jiménez en el banquillo, aunque lamente decir esto porque indudablemente es un gran sevillista, pero su actitud y la del equipo ya está contaminada por las predicciones de los antijimenistas y así el Sevilla tendrá muy difícil salir de la pésima racha en que se encuentra, tanto de juego como de resultados. Debo dar mi opinión en este sentido aunque a estas alturas de la liga quizá no sea el momento de cambiar al entrenador ya que prefiero ver a un Sevilla con una actitud ganadora, aunque sea a costa de la destitución de un entrenador que no es un mercenario y sí siente sus colores.
|
Miércoles 17/03/10 Cara y cruz de unos octavos de Champions (por Julián Muñoz de Priego Alvear)
No soy de los que entienden o creen entender de fútbol, y espero aprender qué está pasando de las opiniones de los demás.
La cruz. Lamento decir que me parece que lo que vimos ayer es lo que vamos a ver toda la temporada. Que éste Sevilla ya no da para más. Puede que le salga un partido bueno como el de Barcelona o el Dépor en la ida de copa, o el del Valencia o el Madrid en liga en casa, pero la generalidad será como lo que vimos ayer. Ayer y con el Málaga, el Valladolid, el Getafe, el Racing, el Athletic o el Dépor, por citar solamente los de casa. Estamos los cuartos y nos hemos mantenido toda la liga entre los seis primeros porque esta liga, obviando al Madrid y al Barcelona, no es “muy dura”. No hay un Atlético de Madrid o un Villarreal presionando fuerte por entrar en champions como otros años. Tenemos tantos partidos ganados como empatados más perdidos y aún así estamos los cuartos.
Una vez que he llegado a esta conclusión me pregunto de quién es la culpa, que es otra forma de decir qué se podría hacer para solucionarlo.
En principio el problema puede ser de aptitud (habilidades). Puede que tengamos un equipo menos potente de lo que llegamos a creernos en vista a los resultados del inicio de liga. He comparado los jugadores que intervinieron en el partido en Madrid que nos dio la última de las cinco copas, la supercopa de España y los que jugaron ayer contra el CSKA.
A priori podemos ver que hay un 57 % del equipo que es idéntico al que le metió 5 goles al Madrid en el Bernabeu.
Hemos vendido algunos jugadores, básicamente Alves y Keita, que se notan en sus respectivas demarcaciones y a cambio hemos fichado jugadores que hasta ahora se han quedado en promesas, como Romaric, Negredo o Fernando Navarro y hemos tirado de cantera. El único fichaje brillante es el de Zokora.
Con un alto porcentaje de los mismos jugadores jugamos un fútbol mucho más feo, muy previsible y poco agresivo.
En principio parece que la forma física no es buena, que nos limitamos a jugar por las bandas y si el extremo consigue llegar a la horizontal del área la cuelga para que generalmente no haya ningún delantero disponible o éste no esté desmarcado (curiosamente tanto Perotti, como Navas están entre los 5 primeros jugadores en pases con 190 y 199 respectivamente y por supuesto no tenemos ningún delantero que haya marcado un número de goles que lo clasifique cerca del pichichi). La defensa es poco fiable, no podemos jugar a encerrarnos (véase el partido del Madrid, por ejemplo) y además no hacemos un contrataque decente: cuando el extremo roba un balón y llega arriba, resulta que no hay ningún delantero para rematar. El juego es eminentemente horizontal. No tiramos a puerta suficientemente, parece que ningún delantero quiere asumir la responsabilidad de culminar la jugada y nos pasamos el balón por el borde del área sin que nadie chute. Algunos jugadores clave, como Kanouté, Drago o Renato tienen poco fondo físico y O Fabuloso nos muestra sus genialidades cada vez con más tacañería… Estos son algunos de los defectos que desde mi ignorancia veo en el equipo, y que pueden ser culpa de la estrategia (y por tanto del entrenador), de los propios jugadores, del equipo técnico y el preparador físico, de los psicólogos del equipo, del responsable de los fichajes o del mismo Presidente por crear falsas expectativas y haber hecho unos fichajes durante los últimos años que no han podido sustituir en calidad a las personas que han marchado.
También puede ser un problema de actitud, es decir se tienen las habilidades, pero se ha perdido la ambición, la seguridad del equipo en sí mismo, la garra, la responsabilidad y la moral, en una palabra… Hasta la jornada 12 (partido en casa con el Málaga) los resultados fueron excelentes y se hablaba del Sevilla como posible competidor de los dos grandes para el título de liga. Después hubo una racha malísima, donde llegó a estar sexto. La victoria ante Osasuna le permitió volver al cuarto puesto, ayudado en gran medida por la mediocridad de los equipos que optan a esa plaza. Hay que reconocer que lamentablemente el sentimiento general en la afición es de que el equipo no está al nivel esperado.
¿O simplemente estamos asistiendo al final de una época gloriosa?, un final que tarde o temprano tenía que llegar si no se hacían las cosas muy bien. La Copa puede salvar con honores la temporada, aunque el Atlético de Madrid ha llegado a un puesto 10 tras unas primeras jornadas en zona de descenso y tras una progresión importante. Está con la moral alta y el Sevilla la tiene ahora mismo por los suelos. Vuelco a pedir por tanto el apoyo masivo e incondicional de la afición en la final.
Si ésta es la cruz del partido de ayer, la cara fue la afición y especialmente los Biris que no dejaron de animar ni un minuto, incluso después del segundo gol del CSKA y hasta los minutos de descuento, pasando del “vamos mi Sevilla, vamos campeón” a raíz del 1 a 1, de los grandes momentos y teniendo que sacar a relucir el “Hasta la Muerte” y el “Ahora más que nunca, Sevilla F.C.” de los viejos tiempos. Claro que los medios hablan de “incidentes” de los Biris con los aficionados del CSKA y yo, que estaba presente, solamente vi un cordón policial de antidisturbios alrededor de los Biris, que solamente cantaban en su sitio de reunión habitual fuera del estadio y a los rusos bebiendo cerveza tranquilamente en el Nervión Plaza y haciéndose fotos en el mural del campo. Los medios olvidan pues decir, que los incidentes fueron exclusivamente verbales, cuando un pequeño grupo de aficionados del CSKA se hicieron los graciosos mencionando al equipo de segunda división de la Carretera de Cádiz. Lo dicho, mi homenaje a los Biris, que no sólo no silbaron en ningún momento, sino que animaron a muerte, aún con la decepción en las caras, y todavía les quedó ganas para aplaudir a los jugadores al final del partido. Mi rendido homenaje a estos sevillistas de corazón y no sólo de grandes momentos. |
Lunes 22/02/10 La afición frente a la final de la Copa y frente a la liga (por Julián Muñoz de Priego Alvear)
Pues cuento un poco más sobre mis impresiones relativas a la afición, frente a la copa y en este caso, frente a la liga.
Según las estadísticas que he consultado, la temporada pasada, en la que el Sevilla F.C. quedó en un histórico tercer puesto con 70 puntos, consiguió exactamente los mismos puntos en casa que fuera de casa. Es más, perdió 6 partidos en casa y fuera solamente no puntuó en 4. La temporada anterior, que nos clasificamos en cuarto lugar, los resultados fueron más lógicos, puesto que puntuó mucho más en casa que fuera ganando casi el doble de partidos en casa que fuera y perdiendo casi el doble de partidos fuera que en casa.
Esta temporada vamos camino de repetir el extraño comportamiento de la pasada, en casa hemos ganado 7 y fuera 6 y entre empatados y perdidos tenemos 5 en casa y 5 fuera.
No soy un experto en fútbol, pero parece lógico que en campo propio, un equipo que va el tercero o cuarto de la liga sea prácticamente inexpugnable y los resultados sean mucho mejores que cuando juega de visitante.
Puede que la estrategia del entrenador sea más agresiva fuera de casa, pero no me ha dado la sensación en los partidos que he visto. O puede que el Sevilla sea un equipo que monte extraordinariamente bien sus contraataques y sepa defenderse fuera de casa frente al equipo local que debe salir al ataque en general. Tampoco diría yo que el Sevilla destaca especialmente por eso, porque en cuanto se mete atrás nos hace sufrir siempre.
En la Copa las eliminatorias más complicadas con el Barcelona y el Deportivo las ganó fuera de casa.
¿Cuál es entonces la causa del anómalo comportamiento del equipo cuando juega en casa?¿no parece que hace un fútbol más relajado y más tranquilo cuando juega fuera que dentro?. Lanzo una hipótesis: Aunque no soy psicólogo deportivo parece que el equipo juega en casa con miedo a la respuesta del público (salvo cuando juega con los grandes como Madrid o Valencia). Parece que eso ocurre así desde que entrena Jiménez y no antes, como hemos visto en el primer párrafo.
Puede que al entrenador, al equipo o a ambos le pese la responsabilidad cuando juega en la Bombonera, por miedo a las críticas y a algún que otro silbido.
Como no soy técnico, ni pretendo defender o atacar a Jiménez, solamente puedo esbozar un pensamiento que me da vueltas a la cabeza y que hoy he querido contrastar con las estadísticas.
Me quedo con la impresión que personalmente me dan las gradas cuando veo al Sevilla en casa, y es que hay parte del público que está esperando un mal partido a priori, incluso un mal resultado, solamente para poder criticar después (o durante) a gusto. Si esta impresión es cierta, abunda en mi impresión de que el público tiene un porcentaje importante en la victoria o la derrota del equipo y siendo así no puedo más que reafirmarme en mi llamamiento a animar pase lo que pase, sin dejarnos influenciar por algunos periodistas “creadores de opinión” que demuestran ser antisevillistas, buscando siempre dónde duele… luego con los amigos en el bar ya comentaremos lo que nos gustó o no.
|
Miércoles 17/02/10 La afición frente a la final de la Copa (por Julián Muñoz de Priego Alvear)
Tengo 43 años. Ya en los años 70 y 80 iba con mi padre al fútbol. Desde entonces y hasta fechas muy recientes, el objetivo del Sevilla era mantenerse en primera (o ascender) o llegar a la UEFA como máximo hito, aún siendo conscientes de que seríamos eliminados a las primeras de cambio.
De ahí pasamos a obtener cinco títulos en dos años y a clasificarnos para la Champions el año pasado. Esto fue un cambio tan radical e imprevisto para la afición que se volcó con el equipo. Y no era para menos.
Ahora estamos en puestos de Champions en la liga, vivos en la Champions en curso y en semifinales de la Copa del Rey. ¿nos hubiéramos creído hace cinco años, sin ir más lejos, que estaríamos en una situación como ésta? ¿cómo hubiéramos celebrado llegar a una final?. Pues ya os lo digo yo, como celebramos llegar a la primera final de la UEFA o el ascenso a primera cuando jugamos la promoción con el Villarreal.
Ahora sin embargo nos hemos acomodado. Sevillistas acostumbrados de toda la vida a estar en mitad de la tabla o a aplaudir a un entrenador porque nos llevaba a jugar la UEFA, silban ahora al equipo porque no hemos jugado bien en Getafe aunque hayamos llegado a la final. El espíritu general es de derrota frente al At. de Madrid aún antes de jugar el partido.
Hoy día el fútbol es muy complejo. Todos los equipos tienen psicólogo deportivo y es evidente que a imitación de las hinchadas inglesas e italianas el público hoy día tiene la opción de hacer de un estadio una caldera (como hizo el público de Bilbao el año pasado para dejarnos fuera de la final). No sé qué proporción exacta pueden tener el entrenador, los jugadores, el árbitro o el público en una victoria, pero es indudable que el público tiene su porcentaje de responsabilidad en el resultado.
Los jugadores pueden llevarse un promedio de tres o cuatro años en un equipo, un entrenador puede que menos, un presidente puede llegar a tener una media de diez años y un aficionado de setenta siguiendo a un club. Pero todo eso pasa, jugadores, entrenador, presidente e incluso afición. ¿Cuántos aficionados quedan que recuerden al Sevilla como campeón de liga?. Todas las personas son pasajeras, y solamente el club y los títulos obtenidos permanecen.
Casi ningún sevillista se acordará actualmente de quién era entrenador, presidente o cuál era la plantilla cuando se ganó la única copa de la liga que tenemos, pero sin embargo tenemos un título de liga y eso sí lo sabemos todos los sevillistas y estamos orgullosos de ello.
Si mis razonamientos no han sido erróneos, lo importante es conseguir títulos que podamos dejarle como legado a los futuros sevillistas. No importa quién sea el entrenador, los jugadores o el presidente, lo importante es el título. Lamentablemente no todos podemos bajar al campo y sudar la camiseta con toda la furia y la fuerza con la que vivimos una final con el amor que tenemos por nuestros colores, pero sí podemos apoyar al equipo como nunca. Sí podemos hacer del estadio donde se juegue la final una caldera. Sí podemos responder, en un momento histórico, como es una final de Copa del Rey, como una afición volcada en la victoria, haciéndonos responsable de ese porcentaje, mayor o menor, que el público pueda tener en el resultado y olvidándonos de rencillas cainitas que son pasajeras y de actitudes victimistas, ¡cuánto más fácil es para muchos de nosotros quejarnos en vez de animar!, pero ¿quién se acuerda hoy día de las polémicas que debió haber sobre el entrenador o algunos de los jugadores que ganaron para el Sevilla una Copa de la Liga?
|